La boda de Juana Roig

Please select a featured image for your post

Texto: Ángela Pla
Fotos: Senchermés

portada-juana-roigJuana se confiesa tímida, se ruboriza cuando le dicen que es guapa, desvía la mirada al escucharse piropos y es sutil en sus movimientos y comentarios. Esa delicadeza la ha heredado de su madre Hortensia, y su naturalidad y alegría de su padre Juan, el padrino del enlace. Juana ha amado el ballet toda su vida, desde pequeña ha practicado la danza en el estudio de Esther Mortes y ha estilizado su figura hasta convertirse en un bello cisne de facciones casi griegas y de cuello infinito. Su afición al ballet es lo que le dio la idea de la temática de su boda: desde el diseño de su traje hasta el leiv motiv de la posterior celebración en el imponente Hemisfèric. Su vestido era una creación de la diseñadora valenciana Marta de Diego. Marta la conoce a la perfección: ya le hizo un maravilloso traje de valenciana cuando fue proclamada fallera mayor de Convento Jerusalén, así que el reto de encontrar el vestido perfecto no fue difícil para ella. El vestido de Juana se construye sobre una base de crepé de doble seda natural, dejando al descubierto una delicada gasa sifon y tul de seda natural que le confieren una elegante ligereza. La pieza se adorna con más de trescientas plumas de cisne y se enriquece con un encaje de chantilly bordado en cristal, nácar y microperlas, enmarcadas con un cordón de seda y una finísima cadena de plata casi inapreciable, que terminan en una evanescente cola coronada con plumas, bajo la cual asomaban los delicados zapatos de Solepiel, realizados a mano y elaborados en gasa chantilly y vinilo. Un trabajo de máxima precisión, casi como una pieza de Tchaikovsky.El pelo se recogía sobrio, en un sencillo moño obra de Tono Sanmartín, abrazado por un tocado de plumas coronadas por un magnífico diamante talla marquise, de Antonio Romero. Los pendientes de Suárez eran un regalo de los padres de Álvaro. El suave maquillaje lo propusieron las chicas de GMV, que realzaron el rostro de Juana con un ligero rubor sin ostentaciones.

LA NOVIA

Las hermanas Roig-Herrero son una auténtica piña: jóvenes y divertidas, han vivido el enlace de Juana, la pequeña, con muchísima emoción y complicidad. Un acontecimiento que hareunido a la familia en una celebración cercana, alegre, elegante y natural, com oson ellas, sin excesos de sofisticación, sino con el porte de lo espontáneo. Hortensia madre e hija, eligieron también a la diseñadora Marta de Diego para el enlace. Hortensia Roig en una gasa georgette de tul bordado con una túnica en color habano, superpuesta y bordada con hilo y cristal. Hortensia Herrero escogió un hermoso tono aguamarina en crepé doble de seda natural, trabajado en su interior con unas enaguas de gasa del mismo tono plisadas soleil, que procuraban la gracia en los movimientos. La espalda mostraba un gran escote que dejaba ver la piel adornada con infinitos collares de tupines en tonos aguamarina en degradé. Amparo eligió un largo vestido fresa con un hombro al descubierto, de la firma Tot- Hom, de encaje en la parte superior y con un entallado plisado que enmarcaba su cintura, mientras Carolina lucía un etéreo vestido nude con tirantes finísimos y lazo en la cintura que recordaba al Gran Gastby.

JUANAROIGHERMANAS
Juana Roig rodeada por sus hermanas y su madre, Hortensia Herrero.

EL NOVIO

ELMARIDODEJUANAROIGÁlvaro conoció a Juana cuando aún eran muy jóvenes, a los quince años, y ya por entonces se quedó prendado de ella. Sin embargo no eran edades para el compromiso, sino para el estudio y los amigos, así que la vida los separó hasta volverlos a juntar en sus estudios universitarios de ESADE, años de libros y exámenes pero todavía sin el flechazo definitivo que tuvo que esperar a un tiempo después. Álvaro es hijo del jefe de servicio de medicina cardiovascular Eduardo Otero, y de la elegante María Luisa Pérez de la Cruz, padres de la también guapísima anestesista María, quien dedicó unas emotivas palabras a los novios en la celebración posterior. María Luisa lucía un vestido en seda natural de un vistosísimo azul Klein, pieza del reconocido diseñador Lorenzo Caprile, habitual en los diseños de la princesa Leticia y las infantas. María Otero escogió para el enlace de su hermano un vestido color tabaco, de gasa y encaje, sin hombros, de estructura recta y sencilla, obra del diseñador valenciano Álex Vidal. Álvaro vestía un chaqué de corte clásico del sastre Juan Francisco Fernández, con chaleco amarillo pálido y corbata en tonos azules. Álvaro Otero con su padre, el doctor Eduardo Otero, y su madre, María Luisa Pérez de la Cruz, posan en el salón de su casa. Bajo estas líneas, Álvaro con su ahijada Lucía, sonríe junto a su hermana María y su cuñado Pau, quien sostiene en brazos a su hijo Nacho, el pequeño de la familia.

ELMARIDODEJUANAROIG2

LA CEREMONIA

CEREMONIAJUANAROIG3Se celebró en la iglesia de San Pedro Mártir y San Nicolás Obispo y fue oficiada por don José Martínez, amigo de la familia, quien siempre ha celebrado los acontecimientos de la familia Roig-Herrero. La iglesia de San Nicolás, situada junto a la calle Caballeros, se mostraba espléndida tras las recientes rehabilitaciones que le han devuelto parte del soberbio esplendor barroco de su interior así como los colores originales de su fachada goticista en tonos rojizos, ocres y blancos. Bajo las monumentales pinturas al fresco de Palomino y su discípulo Vidal, en trance de recuperarse, tuvo lugar el entrañable momento en el que los novios, acompañados por los suyos, contrajeron matrimonio.

BODAJUANAROIGIGLESIA

UNA NOCHE MÁGICA

BODAJUANAROIGHEMISFERICLa noche en Valencia se mostraba estrellada y amable con los novios; la temperatura era cálida y el lago del Hemisfèric fue aún más azul al dar la bienvenida a seis bailarinas del Conservatorio de Valencia, que bailaron cuatro piezas del Lago de los Cisnes, cuya suite fue interpretada por una magnífica orquesta que flotaba sobre un improvisado escenario. Al pasar Juana, las bailarinas reverenciaron a la novia con el mítico saludo del cisne, un homenaje a una gran admiradora del ballet. La decoración de las mesas lucía en tonos blancos y anaranjados, con centros que se distribuían en tres alturas, jugando con los volúmenes y los colores, combinando las plumas y las peonias, que a su vez se fundían con las luces de ambiente que se proyectaban en la sala: azules, naranjas y blancos creaban una atmósfera mágica, un lugar de fantasía y emociones compartidas. Tras la cena, servida por Jesús Barrachina, se dio paso a los discursos, cercanos y cariñosos. Por parte de la novia, su gran amiga Cristina Moya, y por la del novio, su hermana María Otero. Juana y Álvaro sorprendieron a los invitados con más de un regalo, además del tradicional ramo de la novia que fue recibido por Elvira Mora; también entregaron la figura de los novios a Víctor Valls, uno de los mejores amigos de Álvaro, una cigüeña a Elena Puerta de Diego y un precioso zapato de inspiración francesa que recibió Cristina Moya. Tras las sorpresas comenzó el vals de los novios, un ensayado baile que realizaron a la perfección Juana y Álvaro, bajo los compases del Lago de los Cisnes. La velada se alargó hasta el amanecer bajo la proyección de una gigantesca bola que a ratos simulaba la luna, fue blanca en el cóctel, naranja en la cena y repleta de estrellas al arrancar la discomóvil.

UN VIAJE MUY LEJANO

Viaje-de-noviosViaje-de-novios-2Myanmar, antigua Birmania, y la polinesia francesa, tan amada por Gauguin y Stevenson, fue el destino de la joven pareja. Playas de aguas celestes y turquesas, rodeadas de bosques de cocoteros para perder la noción del tiempo. Un precioso destino organizado por Viajes Nuba.

MAKING OFF

Momentos antes del enlace se viven los recuerdos más divertidos preparando el peinado, maquillándose o vistiéndose para su aparición estelar. Tono Sanmartín, creador del peinado fue testigo de esos minutos anteriores donde los nervios, la ilusión y la felicidad los hacen inolvidables. Las fotografías de este reportaje han sido realizadas por Senchermés